Aceptar las canas

 Sigo con mi plan para ver qué onda las canas. Son 5 meses sin tintura.

Estamos cambiando todo y el modo de pensar la estética también. El culto a la "juventud eterna", que se usa para promover el consumo de productos que luchen contra el tiempo, no sólo se basa en una lógica imposible sino que desprecia lo bueno de tener una experiencia vivida, un camino recorrido.  

Si odian las canas no lo intenten pero si aparece la curiosidad de saber cómo son es una buena idea dejar de teñirse porque se pierde mucho tiempo, es caro, le hace mal al pelo y, como si fuera poco, se contamina el agua.

Sin embargo, la intención no es convertirnos a nuevas imposiciones porque tampoco queremos ser parte del mandato de lo "natural". La búsqueda consiste en aceptar que hay diversas opciones para seguir descubriéndonos y aceptar también las decisiones ajenas en relación a cómo llevar la vida (nos gusten o no). Borja Vilaseca habla de esto como "aceptología". Es todo una ciencia.

La imagen no es todo pero es parte de algo y, aunque Gurdjieff aconseja "no tratar de distinguirse por la apariencia", la forma en la que atendemos y mimamos al cuerpo también es una forma de resistir.

Para llevar prácticas sustentables no hace falta rechazar a la industria cosmética. Lo que estamos intentando es difundir tratamientos más amigables con el medio ambiente al mismo tiempo que defendemos el derecho a tener el aspecto que queramos. Ya cansa seguir obedeciendo a una industria publicitaria millonaria que siempre nos dice que nos falta algo para estar bien y que hay alguien que tiene la receta mágica para conseguirlo a la brevedad.

Puede ser que nos falten cosas, sobre todo que tengamos dudas por dónde, con quién y cómo seguir el recorrido pero para mí nuestras inseguridades e incertidumbres no tienen nada que ver con el aspecto del cuerpo y mucho menos con la edad.