Este año tomé horas en una escuela en Sierra de los Padres, una localidad del Partido de General Pueyrredón que cuenta con una población estable de unos 4 mil habitantes. El lugar forma parte del sistema montañoso de Tandilia y está compuesto por sierras de unos 150 metros de altura. La vegetación es muy diversa y se pueden apreciar pastizales, monte y bosque. En el espacio conviven un barrio residencial con calles que respetan la topografía y campos productivos ubicados sobre los márgenes; siendo el más destacado en la actualidad por su rentabilidad, el cultivo de frutillas. Hay varias agro-empresas operando en la zona y todas contratan mano de obra boliviana y han recibido diversas denuncias por parte de organizaciones sociales y ambientales que señalan, no sólo situaciones de semi-esclavitud en relación a la mano de obra, sino que han advertido sobre el uso de agroquímicos como parte del paquete tecnológico de producción. Esta semana me citaron para evaluar a una estudiante que
El tutorial que comparto en esta publicación lo hizo Fabián Di Luciano, artista plástico. Sus últimas obras las está realizando en Bilbao, país Vasco, con cartón de desecho. Cuando estuvo de visita en Mar del Plata le pedí si podía hacer un exhibidor para Frutillas que se pudiera desmontar para que fuera simple el traslado en los viajes de las presentaciones. Lo hizo y me lo regaló. Gustó tanto que me pidieron la explicación de cómo hacerlo. Acá va el paso a paso de este atril liviano, barato y ecológico: Foto 1: Herramientas, lápiz, trincheta, regla corte, pegamento de contacto tipo Poxiran (es muy fuerte y rápido, aunque no muy ecológico). Se puede usar adhesivo tipo plasticola pero hay que dejar las partes pegadas un tiempo con peso encima para que no se despegue) Ojo donde se corta: utilizar una madera bien lisa o un vidrio viejo que no se use. Foto 2: Pegar dos planchas de cartón, con los canelones en sentido contrario para que quede más resistente. .
“Historias de San Jacinto”, mi tercer libro, está en la etapa de diseño. Se trata de otro material de divulgación sobre mi trabajo como educadora. Esta vez con la espiritualidad y la Permacultura como guías. Son textos que escribí desde que llegamos a la casa con Manuel, mi hijo que en ese momento tenía siete años. La imagen de tapa es un dibujo de él que hizo a los cinco. Es decir, antes de mudarnos al barrio. La dibujó sin conocerla. Muchas veces pasa que decimos, escribimos o dibujamos cosas que después vivimos. ¿Será el poder de la intención? ¿Será el trabajo diario lo que determina el futuro? ¿O será simplemente que los acontecimientos importantes ya están destinados a ser en nuestra ruta de vida? En este libro no hay muchas respuestas. Son sólo relatos. Por eso me pareció oportuno decir que “Historias de San Jacinto” es, en realidad, una novela. Ni bien esté lista subo la tapa completa que es otro trabajo hermoso de mi hermano. Si ya vieron las tapas de mis libros anteriores sa
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