Ser un hombre de mar

El domingo 12 de mayo recibí una triste noticia titulada "Encontraron muerto a un indigente en Cabo Corrientes".

"Todo indica que se trata de Gustavo", me dijo Sergio con un mensaje de texto.

Desde entonces, estamos viviendo en Mar del Plata un duelo colectivo ante la muerte de este "hombre de mar" amante hasta el infinito de la naturaleza. Un ser libre que buscó la coherencia haciendo una apuesta extrema: hacía años ya que había dejado todo para vivir en una cueva entre las rocas de Playa Chica. Los gatos eran su compañía constante y más de una vez se ponía a discutir con la gente que le tiraba restos de comida sin tener en cuenta la importancia de una dieta balanceada y minimalista.

Había días, sobre todo esas tardes de sol que la costa se llena de gente acelerada y ansiosa, que a penas le decían "Buen día!", él les respondía con tono fuerte y burlón: "Buen día? Buen día?? Buen día va a ser el día que dejen de comer cadáveres" y después el discurso vegetariano para quien se quedara a escucharlo. Militaba los derechos de los animales como quien milita una religión. Me gusta la gente así; es necesaria.

Gustavo leyó mucho durante su vida urbana y siguió leyendo entre las rocas con el ruido de las olas golpeando en su hogar.

Hablamos de filosofía, política y economía en varias oportunidades. Siempre eran conversaciones sobre temas trascendentales: origen y forma de la tierra, culturas prehispánicas, pirámides, vida extraterrestre...con él nadie hablaba de los aumentos de la luz ni de los problemas del tránsito. Al menos, a mí nunca me pasó.

Lo que si sé es que se declaraba, con muy buenos argumentos, en contra del uso del gas como elemento de calefacción. Una vez le pregunté: "Cómo hacés con el frío? Yo estoy en un departamento cerrado y en invierno uso cuatro (a veces cinco) frazadas para poder dormir". Y me respondió: "Me concentro y consigo conectar con el calor interior. Las piernas sin cruzar y la lengua contra el paladar". No prendía fuego y no se quejaba del clima.

-"Y las tormentas? Las lluvias de estos días fueron muy intensas."

-Me copio de los animales: me quedo quieto en un lugar seguro hasta que aclare.

Necesitás algo Gustavo?, le pregunté el día que lo conocí.

-"Sí, quiero un cuento de Borges que habla sobre los gatos como espejo. Me lo podrás traer?"

Había muchos. Le imprimí dos y se los llevé rápido como quien entrega un remedio consciente de que el deseo de saber, a veces, no puede esperar.

Comía poco para no tener que ir al baño, le gustaba la marihuana y también los caramelos de miel; son sólo algunos detalles más acerca de este ser atlético con barba blanca y mirada profunda que dejó una huella ecológica en la costa imposible de olvidar.

Hay más para decir sobre él, sus amigos de la playa tienen miles de historias, pero con esto siento que ya es suficiente. Su vida fue misteriosa y eso lo hará siempre especial.

Para él morir sólo significaba un cambio de estado y para mí también. Es sólo que sigo apegada a muchas cosas mundanas y me ando preguntando entre lágrimas:

A dónde lo llevaron? Qué harán con sus pocas pero valiosas cosas? Qué será de los gatitos? Quién cuidará del Cabo por las noches ahora que Gustavo no está?

Como siempre la vida dirá.

Te vamos a extrañar amigo de la gente, los animales y las olas. Gracias por tu filosofía naturista llena de ideas, propuestas y mar.


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