Hacer Silencio



Ya les conté que cuando estuve en Madrid viví unos días en la casa de Juana, una mujer muy culta y amorosa que tiene muchos viajes encima. Al rato de estar hablando por primera vez se fue a buscar un libro para regalarme. Me dijo que ella lo tenía en la mesita de luz y que a la noche lo abría en cualquier parte y siempre le dejaba una nueva enseñanza. Me lo leí en dos tardes en esa misma ciudad antes de tomar el vuelo de regreso a casa.

Los primeros capítulos los leí en una mesa de un bar que estaba afuera sobre la vereda de una calle muy madrileña. Pedí un exprimido de naranja y para mi grata sorpresa me trajeron unas papas fritas de regalo. Saqué una foto de todo eso (jugo, papas, libro y calle peatonal con edificios antiguos y comercios bien puestos) y se la mandé a Juana por whathsapp. No me acuerdo que me respondió en ese momento pero si me acuerdo el llamado de atención que me hizo cuando nos volvimos a ver: ¿Cuánto tiempo leíste antes de sacar esa foto? y siguió con un discurso muy sentido y coherente anti redes sociales y celulares en general. Tenía razón en todo. No me estaba juzgando a mí. Sentí en sus palabras ideas profundas tiradas al aire de la cocina invitando a la humanidad entera a Despertar de una vez. En síntesis lo que debemos saber es que lo que pasa en las pantallas no es la realidad y que nuestro estado de ánimo no puede depender de un mensaje de texto, parece obvio al escribirlo pero no es tan fácil de asimilar. 

- A mí me gusta la tecnología, le dije. Pero comprendo y estoy de acuerdo que son adictivas y que estamos haciendo un muy mal uso. La próxima vez que agarre el libro voy a poner el teléfono en modo avión y me voy concentrar. Le voy a dedicar atención plena. Lo prometo.

La otra mitad del libro lo leí en un parque lleno de árboles y flores que tiene una tumba egipcia real. No entré porque no me gusta hacer cola en ningún lado y preferí sentarme en una manta al lado de un árbol con el mate y el libro y dedicarle la atención que, un día antes, le había prometido a Juana.

- “Es un espectáculo este material”, escuchaba una voz decir en mi interior. Habla sobre el silencio pero también sobre el oficio de escribir (ya que él es escritor) y cuando leía esas partes era como si las hubiera escrito yo. Igual.

- “Eso siento. Justo esto que está diciendo Pablo d’Ors el autor”, me decía a mí misma. Haga lo que haga nunca voy a tener el reconocimiento como escritora que mi ego pretende. El ego siempre quiere más. Nunca es suficiente lo que hacemos para el ego que se expresa a través de ideas desordenadas, reiteradas y constantes en nuestra mente. Dice el autor que no es arriesgado afirmar que más del 80% de nuestros pensamientos son innecesarios. De eso y de otras cosas, nos damos cuenta meditando.

Cuando volví a Argentina fui compartiendo algunos capítulos por audios de whatsapp. “Escuchá esto Nati”, y ahí le leía un capítulo o dos.” También le leí a Patti, a Pame, a Manuel, a mi papá (fragmentos) y por eso no dudé cuando Seba Quintanilla me dijo: “Lu, tenemos un nuevo micrófono en el estudio que es específico para grabar voces. Cuando quieras grabar algo vení y probamos”. Sabía que tenía que leer “Biografía del silencio” para más gente. No dudé en poner una fecha cercana de grabación.

Para practicar la lectura antes le pedí permiso a Marcelo de El Ventanal, un amigo librero con quien siempre hablo de arte, amor y cultura. Le pregunté si podía ir escuchando el libro entero en audios grabados cortos y aceptó. Marcelo es muy bueno haciendo marcas y correcciones. Además tiene paciencia.

- “Muy lindo este librito de autoayuda”, me dijo.

- No Marcelo. No es un libro de autoayuda, le expliqué al hombre que más sabe de bibliotecas en Mar del Plata. Es un libro sobre “filosofía aplicada a la persona”, esa es la forma correcta de clasificarlo. No tenía por qué saberlo. Los libros de autoayuda fueron el hazme reír de muchas academias durante años que, habiendo leído uno o dos libros comerciales al respecto, se creyeron con la autoridad moral de meter todo en una misma bolsa y señarla con el dedo como literatura basura. Hoy con orgullo podemos decir que nos fuimos animando de a poco a meter la mano en esa bolsa, muchos libros pasaron a estar disponibles en bibliotecas y siempre salen a la luz perlitas como esta.


Grabé en el estudio. Me equivoqué varias veces pero casi no se nota. Lo importante es que se entiende y la edición de Seba es impecable.

Lo último que quiero decir antes de que busquen en mi canal de youtube “Biografía del silencio” es que en Occidente la iglesia católica tuvo durante años y años el monopolio de la información sobre espiritualidad. Todo lo que tenía que ver con “misticismo” primero era supervisado (y en general luego censurado) por las cúpulas eclesiásticas a través de sus mecanismos casi infinitos de control.

Una vez un médico ayurveda me preguntó si creía en Dios y le dije que no y entonces me volvió a preguntar algo parecido pero de otra manera: ¿Crees que todo lo que pasa tiene que ver sólo con la materia? ¿Tenemos el control de lo que sucede? ¿No hay nada más?

-No, le dije. Estoy segura que hay algo más que no podemos explicar.

Durante mi formación académica muy poco se podía leer sobre ese “algo” y tuve que ir aprendiendo en forma autodidacta bajo la mirada burlona del ecepticismo arrogante de la gente que dice “no creer en nada” y, por alguna extraña razón, le molesta que creamos. Yo, que ya sé por experiencia que el tiempo real existe, quiero vivir en él. La meditación nos invita a vivir en tiempo presente o, al menos, a intentarlo y ver qué pasa. Por experiencia puedo decir que se abre un mundo nuevo de autodescubrimiento a la vez que se cambia y se profundiza la mirada sobre todo lo demás.

Ojalá les guste este libro tanto como a mí. Claro que no coincido en todo con el texto (eso es una pretensión ridícula) pero confío que les va a hacer bien si escuchan. Meditar es gratis y parece ser el camino más corto y eficiente para sentirnos en Paz al mismo tiempo que dejamos en Paz a la humanidad.

Audiolibro Biografía del silencio



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